«Hay que proponer ideas en las que le gente pueda creer»

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SIMON MAXWELL / EXPERTO DEL OVERSEAS DEVELOPMENT INSTITUTE

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Mariángela Paone/ 21 marzo 2014

Fuente que utilizo:  http://sociedad.elpais.com

“Hay que proponer ideas en las que la gente pueda creer”

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“Si los líderes solo hablan de miseria no son líderes y no son reelegidos. Martin Luther King decía que tenía un sueño, no decía que tenía una pesadilla. Hay que crear ideas positivas en las que la gente pueda creer. Y la ayuda al desarrollo es una historia positiva”. Para el economista del Overseas Development Institute (Reino Unido), Simon Maxwell, figura destacada en la cooperación internacional, el optimismo es un instrumento más de acción en un camino lleno de retos. Maxwell, que empezó a trabajar en proyectos sobre el terreno en África, Asia y América Latina en los años setenta, sostiene que es necesario transmitir el mensaje de que “las políticas de desarrollo hablan de nosotros como personas, de lo que queremos ser en el mundo”.

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Pregunta. ¿Hay algo que los países donantes están haciendo mal en la ayuda al desarrollo?

Respuesta. Hemos invertido mucho en la mejora de la calidad de la ayuda internacional. Primero, hay que entregar la ayuda donde más se necesita, cosa que no siempre fue así en el pasado, cuando los países recibidores eran clientes políticos. Hay que fortalecer los procesos de Gobierno, entregar ayuda en el contexto del sistema fiscal de los países de destino y no crear proyectos descontextualizados. Y hay que enfocarse en los resultados. Luego, hay un exceso de burocracia en los procesos de los países donantes y, a veces, un exceso de ellos: hay lugares con 20 o 30 donantes diferentes y cada uno quiere tener su propio proyecto. Soy partidario de hacer más acciones multilaterales.

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P. Dijo en una ocasión que el éxito se mide también en lo que queda reflejado en los programas de los partidos. En dos meses habrá elecciones europeas. ¿Son importantes estas elecciones para la ayuda al desarrollo?

R. El desarrollo no es simplemente la ayuda. También tenemos que pensar en políticas globales que afectan el bienestar en los países en vías de desarrollo: comercio exterior, inmigración, agricultura y cambio climático. La Unión Europea importa en esto: gasta en ayuda más o menos como el Banco Mundial y lo mismo que las agencias de la ONU en conjunto. No es inteligente ni posible debatir sobre desarrollo sin tomar en cuenta la UE. Cuando debatimos con el público decimos que es una cuestión de empatía con los pobres del mundo, pero hay problemas que tenemos que abordar porque si no, los más afectados seremos nosotros: inmigración, tráfico de drogas, cambio climático. No somos islas.

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P. ¿Cuánto debería pesar la cuestión del cambio climático en la agenda post-2015?

R. Es una de las cuestiones más imponentes a solucionar. Y necesitamos un acuerdo internacional. El riesgo es que se coja el dinero de la boca de niños hambrientos en África para financiar paneles solares en países que no son pobres.

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P. ¿Cuáles son las dificultades mayores en este debate?

R. Es una cuestión de filosofías, de metas y de medidas de implementación. Lo más difícil son las metas. Algunas son fáciles. Nadie va a estar en contra de eliminar la pobreza, garantizar acceso a salud, educación, etcétera. Otras no lo son tanto. Ciertas formas de democracia formal, la protección de los derechos humanos y de las minorías sexuales. Y eso puede crear un bloqueo. Tenemos que encontrar temas que nos lleven a un consenso: comercio, convenio ambiental, aspectos de cambio climático, medidas para evitar crisis financieras a nivel mundial. Necesitamos un acuerdo para 2015, que sea un pacto con las tres patas: económica, social y ambiental. Y que sea universal.