LOS PORQUÉS DEL TIEMPO

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¿QUÉ ES LA CANÍCULA ESTIVAL?

La canícula es el periodo del año donde, por estadística, el calor es más fuerte en España. Como norma general, abarca desde el 15 de julio hasta el 15 de agosto. Curiosamente, no es en el inicio del verano astronómico cuando registramos las temperaturas más altas puesto que el mar aún no ha alcanzado su máxima temperatura superficial y la tierra tampoco ha acumulado tanto calor como lo hará unas semanas después, de ahí que la canícula abarque el periodo que hemos mencionado. ¿Por qué el nombre de canícula? La etimología de la palabra canícula nos hace referencia al término can o canis (perro), y en concreto a la constelación Can Mayor que contiene a la estrella Sirio (la abrasadora), que es uno de los astros más brillantes durante el verano. Nuestros antepasados creían que cuando esto ocurría la popular estrella sumaba su calor al procedente del Sol, lo que daba lugar al periodo más cálido y menos lluvioso del verano.

Por cierto, el verano más cálido desde que tenemos registros oficiales lo sufrimos hace 11 años. Desde finales de julio hasta el 15 de agosto de 2003 fue fatal para buena parte de la población europea. Fue una ola de calor que duró casi dos semanas y mató a más de 20.000 personas en todo el Viejo Continente (Francia fue la más perjudicada, con 14.000). La temperatura más alta se registró en La Palma del Condado (Huelva), Lora del Río y La Puebla de Cazalla (ambas en Sevilla) ¡con 48 grados centígrados!, uno de los valores más altos registrados nunca en la Península.

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¿QUÉ ES LA NOCHE TROPICAL?

La expresión noche tropical se utiliza en meteorología para designar a aquellas noches en que la mínima no baja de los 20 grados. Es un término muy utilizado en climatología, sobre todo en los meses de julio y agosto, que es cuando se dan con más frecuencia.

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Cuando las noches son muy calurosas, con una elevada humedad ambiental y las mínimas se quedan por encima de los 20 grados centígrados, las temperaturas dentro de las casas se sitúan por encima de ese valor, y aquí viene el problema puesto que con temperaturas nocturnas por encima de los 22 grados y con humedades relativas de más del 60%-70% resulta complicado poder dormir en condiciones.

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Nuestro cuerpo, al ser animales de sangre caliente, tiene que mantener la temperatura interna dentro de unos valores muy determinados (36-37,5 grados), y para ello pone en funcionamiento mecanismos como la sudoración o la vasodilatación (donde la sangre circula más rápido en las proximidades de la piel para favorecer la transferencia de calor al ambiente; por eso después de un ejercicio la piel se enrojece, ya que está más irrigada). En noches tropicales y con mucho bochorno, el cuerpo realiza un trabajo extra para poder ventilar y disipar el calor interno, siendo difícil dormir en condiciones. Esto ocurre con más frecuencia en zonas del litoral, sobre todo del Mediterráneo. Según un estudio sobre el calor, este verano el número de veladas problemáticas se elevará a 90 en Valencia, 94 en Madrid, 105 en Barcelona y 149 en Sevilla, mientras que en Zaragoza serán 84 y en A Coruña, apenas una docena.

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¿COCHE BLANCO O COCHE NEGRO?

Probablemente será una de las cosas más incómodas y molestas en esta época estival, ya que el calor hace que nos tengamos que pensar dos veces el entrar dentro de nuestro coche, y más si nos lo hemos dejado aparcado al sol. Hoy quiero romper un mito que no parece del todo cierto. De hecho, habréis escuchado alguna vez que un coche negro al sol se calienta mucho más que un coche blanco. La razón sería que el primero absorbe más el calor, pero… esto no es así. La realidad es que el color exterior de un vehículo no afecta para nada al calor que puede acumular en su interior cuando está expuesto al sol. Los coches se calientan por el conocido efecto invernadero. Esto sucede porque el vidrio deja entrar la radiación solar, que es de onda corta, y esta, al ser absorbida por las superficies del interior del vehículo, es devuelta en forma de radiación infrarroja (onda más larga), que ya no puede atravesar de nuevo los cristales y salir del vehículo. Por este motivo, se queda atrapada en su interior provocando que la temperatura sea cada vez más alta y, por tanto, que haya más calor dentro que fuera del coche.

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De hecho, el color del interior del vehículo sí que puede condicionar la cantidad de calor acumulado, puesto que las superficies internas oscuras absorben más energía solar; pero el color de la carrocería es el que menos importa. Es cierto que la chapa sí se calienta mucho más cuando es oscura… pero el mismo aislamiento del coche impide que ese calor llegue al interior.

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¿ES USTED ‘ METEOROSENSIBLE ‘?

¿Le hace daño aquel brazo que se rompió de pequeño?, ¿tiene molestias en la cicatriz de la operación que le hicieron hace años?, ¿tiene migraña y dolor de cabeza en días de fuerte viento, o dolores articulares en cambios bruscos de presión atmosférica? Si responde  a alguna de estas preguntas, o tiene otras molestias que se presentan antes de un cambio de tiempo, o cuando este ya ha llegado, se puede considerar una persona meteorosensible. Más de la mitad de población mundial es meteorosensible; es decir, que su organismo se resiente antes o durante los cambios de tiempo. De hecho, las condiciones atmosféricas que más nos trastornan son aquellas que se alejan de los umbrales climáticos a los que estamos acostumbrados.

Los científicos han establecido de qué manera nos afectan los cambios en el tiempo, y el resultado es sorprendente. Por ejemplo, los cambios bruscos de temperatura y presión se asocian a migrañas, variaciones en la glucemia, crisis epilépticas o insuficiencias respiratorias. El 80% de las enfermedades cardiovasculares se dan cuando hay fuertes variaciones de la presión atmosférica. Los infartos son más frecuentes al final del otoño, cuando la presión atmosférica es baja, y la humedad, inferior al 60%. En cambio, son menos frecuentes en tiempo cálido, seco y estable. La lluvia y la humedad generan mayor ansiedad y provocan dolores reumáticos y asma, y los vientos secos pueden estar relacionados con el dolor de cabeza y también con el aumento de los accidentes de tráfico, puesto que pueden alterar nuestra conducta (el foëhn suizo puede ser eximente en un juicio por asesinato). Además, los periodos largos con abundante nubosidad y falta de luz solar pueden originar depresión.

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LAS NUBES NO SON VAPOR DE AGUA

Seguro que en alguna que otra ocasión habrán escuchado decir que las nubes son vapor de agua. Nada más lejos de la realidad. El vapor de agua, o sea, el agua en su forma gaseosa, es un gas invisible, que no podemos ver. Por lo tanto, si las nubes estuvieran formadas exclusivamente por vapor de agua no las podríamos ver, lo que, la verdad sea dicha, nos privaría de uno de esos regalos que la naturaleza nos ofrece de forma gratuita.

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Llegados aquí, nos podemos hacer esta pregunta: ¿De que están formadas las nubes? De pequeñas micro-gotitas de agua líquida en suspensión (o sólida, en forma de cristales de hielo, según su altura). Son tan pequeñas que flotan en el aire puesto que su diámetro oscila entre los 0’2 y 0’3mm. De hecho, para que puedan precipitar y llegar hasta nosotros necesitan aumentar de tamaño y tener entre 1 y 5 milímetros de diámetro. Una vez, mi hija Claudia, se quedó mirándolas fijamente y me preguntó por qué no se caían. Una pregunta simple pero que tiene su lógica explicación. Como el aire húmedo es menos denso que el seco, por eso flotan y nunca caerán.

Y ya puestos, nos podemos hacer una última pregunta: ¿Por qué son blancas? Cuando la luz del sol llega a las nubes, las pequeñas gotitas de agua que las forman dispersan y reflejan todos los colores visibles que conforman la luz. Lo que vemos entonces es la mezcla de todos ellos, o sea, el color blanco. Si las nubes son muy densas y gruesas, la luz no puede atravesarlas totalmente, adquiriendo de esta manera unos tonos más grisáceos.