ECOS EN EL GRAN CANAL

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Históricamente la milenaria ciudad de Venecia ha sido cuna y crisol de la música, de sus invenciones y sus hallazgos, de sus figuras y esplendores. Hay un eco armónico y único vinculado a la arquitectura y al desarrollo de temas específicos como la sinfonía o la ópera, una inquietud renovadora a la vez que soterradamente respetuosa con el pasado. La exposición Art or soundencuentra así con toda probabilidad su justificación y su lugar natural en la Venecia de hoy y en uno de sus emblemáticos palacios señoriales, con el añadido funcional del entorno de la Bienal de la ciudad, uno de cuyos intereses, la música contemporánea, ha sido foco y lema durante décadas, lo que ha dado lugar a un posicionamiento indiscutido dentro del panorama internacional de la especialidad. Pensemos solamente en Ígor Stravinski, que vino tantas veces, que estrenó aquí sus obras y que finalmente también está enterrado en el cementerio de la isla de San Michele. Cerca está también la lápida de Luigi Nono, muy ligado a la ciudad y a su vida musical. De ambos se habla profusa y reiteradamente en esta exposición del Ca’ Corner della Regina.

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A la vez que resulta un babélico recorrido sonoro donde se mezclan —en una paradójica cercana lejanía— los sonidos liberados por instrumentos ya sean electrónicos, de viento o de cuerda, mecánicos o digitales, la exposición ideada por Germano Celant (que es además su comisario principal) representa un acontecimiento único y excepcional desde el hecho artístico a su coste. Es casi agotador, con los tiempos que corren, pensar en el costo y el trabajo de trasladar hasta el Gran Canal de Venecia algunas de estas piezas de museo, por su fragilidad, y por las particularidades de la propia ciudad de los canales, desde la humedad hasta la logística de estiba. El caso es que tras varios años de preparación, gestiones y viajes por todo el mundo tocando a la puerta de museos y colecciones privadas, Celant reunió lo que quería, las piezas exactas que permiten hilvanar un discurso progresivo y orgánico sobre esa relación de vasos comunicantes en la que muchas veces se duda qué fue antes: el huevo o la gallina. Esta disyuntiva está ligada y estudiada en el libro que la Fundación Prada ha editado y que es mucho más que un catálogo al uso: veinte estudios o presentaciones de especialistas que van desde la antropología a la técnica constructiva, desde el impacto sociológico a la implantación en el arte moderno. El sonido contundente de un calíope decimonónico arrebata al paseante cualquier ensoñación.

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En la babélica muestra se mezclan sonidos de instrumentos de viento, cuerda, mecánicos electrónicos, o digitales

 

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Todo el Ca’ Corner della Regina, cuya discreta restauración y adecuación para estas muestras permite al visitante situarse en el entorno palaciego original respetando las huellas del tiempo y la intervención humana, se vuelve una enciclopedia de la búsqueda sonora, una especie de axis mundidesde el armónico prebarroco a la posmodernidad, desde el clasicismo a la dureza casi matérica de la música concreta. Los instrumentos como vehículos de expansión y como amplificadores del genio creador, ese parece ser lema subyacente. Pero además, siempre, con un esfuerzo decorativo y plástico evidente, como si el artista o artesano no pudiera evitar expresarse también, lucirse a través de la manufactura. Y hay otro ideal contenido en muchas de estas piezas además del afán ciertamente decorativista, que por cierto, no escasea en ciertas épocas, como los relojes-jaula de los tiempos de los zares rusos o las cornetas en forma de serpiente con cabeza de dragón del siglo XVII. A estas piezas se suma su más sorprendente ejemplo, un clásico: los violines y guitarras de mármol con taraceas (entre ellas se encuentra la viola de Giovan Battista Cassarini, fabricada alrededor de 1687), excentricidades fronterizas entre las artes y el capricho nobiliario. En la exposición veneciana hay dos muestras de este magnificente y a la vez, si se quiere, bellamente absurdo objeto. Ya en el siglo XX tenemos a Tinguely.

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El ingenio desborda hasta llegar a una terra mundi propia, la del sonido y su fuerza, su presencia inmanente y perpetua. Cita Celant en su texto dos ensayos a tener en cuenta: El siglo del rumor, de Stefano Pivato y, sobre todo, el elocuente El silencio no existe, de Kyle Gann (Dallas, 1955), el estudio sobre la composición de John Cage4’33, donde se plantea acertadamente que hay un antes y un después de esta obra sin notación. En la muestra veneciana está uno de los famosos “pianos preparados”.

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La implicación de la Fundación Prada en las actividades de la Bienal de Venecia no ha hecho más que crecer en los últimos años; el mejor ejemplo es esta exposición Art or sound, que se hizo coincidir con la apertura de la Bienal de Arquitectura en junio, y discurre abierta en los periodos de los festivales anuales de danza y música contemporánea hasta noviembre. Además, la fundación milanesa ha financiado parte de las actividades y espectáculos de baile. La propia exposición es un enciclopédico apoyo que ilustra ambos festivales y que tiene que ver con ellos directa y operativamente. Lo ratifica unaperformance en vivo que parte de la obra de Jannis Kounellis(Piraeus, 1936), concebida en 1972, donde una bailarina de ballet improvisa sobre lo que toca el violinista: fragmentos de Pulcinella, de Stravinski, pentagrama que aparece difuso en la pintura de arte povera que la completa.

 

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Art or sound. Fundación Prada. Ca’ Corner della Regina. Venecia. Hasta el 3 de noviembre.

Fuente:  

 

http://cultura.elpais.com

 

La Sagrada Familia ya tiene nueva puerta

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ES LA PRIMERA DE LAS CUATRO DE ETSURO SOTOO

La Sagrada Familia ya tiene nueva puerta

La primera de las cuatro puertas del escultor japonés Etsuro Sotoo (Fukuoka, 1953) que formarán la fachada del Nacimiento de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona ha sido colocada esta mañana por los operarios que trabajan en su construcción. El artista ha participado en la restauración y ejecución de los grupos escultóricos del portal del Roser y de la fachada del Nacimiento, que fueron destruidos durante la Guerra Civil.

El grupo narrativo del acceso expone acontecimientos de los primeros años de vida de Jesucristo, alrededor de un conjunto escultórico y ornamental que recrea el nacimiento de Jesús en medio de la naturaleza. La puerta, ubicada en el pórtico central de la Caridad, es de bronce y tiene unas dimensiones de más de 7 metros de altura por 3 metros de ancho. Inspiradas en la naturaleza, el color dominante es el verde, que se ha conseguido a partir del proceso de corrosión del metal.

Gaudí es la referencia

Desde el año 2005 la fachada y la cripta del templo forman parte del patrimonio mundial de la Unesco. El diseño de las puertas de la fachada del Nacimiento ha sido presentado y aprobado por la Dirección General de Patrimonio de la Generalitat, y prevee que su instalación completa finalice en 2015.

Su diseño representa un conjunto de hiedra, hojas y flores de calabaza y flores de lirio. También hay diferentes insectos como escarabajos, chinches, avispas, moscas, saltamontes, mariposas, ciempiés, grillos, abejas, mariquitas, orugas, arañas, hormigas y libélulas.

EL PUEBLO RESCATA EL PATRIMONIO ARTÍSTICO CATALÁN

UNA INICIATIVA DE MICROMECENAZGO TRATA DE ADQUIRIR UN IMPORTANTE DIBUJO DE MARIANO FORTUNY

La cultura reclama ayuda a la población. La situación desesperada que viven los museos, cuyas cuentas económicas están vacías, obliga a buscar otras fórmulas de financiación. Si el dinero no va a venir de los impuestos debido a los recortes, la única solución que queda es rascar el bolsillo del ciudadano. Está en manos de la gente recuperar una obra para el patrimonio público de uno de los artistas de referencia de la pintura catalana del siglo XIX.

El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) ha conseguido exponer La Plegaria de Mariano Fortuny (1838-1874) adelantando los 45.000 euros que cuesta a su dueño actual, un coleccionista privado. Para poder recuperar esa cantidad, la Fundación de Amigos del Museo ha iniciado una campaña de micromecenazgo para recaudar fondos y poder donar al centro el dibujo del pintor de Reus.Es la única vía con la que la entidad cuenta para poder enriquecer su patrimonio: el MNAC no tiene partida presupuestaria para adquisiciones desde hace tres años.

Fortuny es un artista querido por el pueblo. Esta iniciativa viene a recordar otro proyecto de financiación colectiva que tuvo lugar hace cerca de un siglo. Si La vicaría (1870)su obra más importante, pertenece hoy al patrimonio público, es gracias a que la sociedad catalana se unió para comprárselo a un coleccionista francés. Con las donaciones particulares y la subscripción pública se reunió el dinero necesario para adquirir la pintura.

Lo que hoy llamamos crowdfunding tuvo este precedente en el contexto histórico de la Mancomunidad Catalana. Los Amics dels Museus de Catalunya fueron entonces los que donaron la obra al MNAC y los Amigos de hoy repiten la iniciativa. Hay tiempo: tienen hasta el 15 de septiembre para recuperar los 45.000 euros, un precio modesto teniendo en cuenta otras cantidades atribuidas a pinturas de Fortuny.

Más que un donativo, el micromecenazgo es un intercambio. Siempre hay una contrapartida que varía con la cantidad aportada y el mayor beneficio obtenido es el reconocimiento por parte del museo. Según explica Cristina Martí, la directora de la Fundació Amics del Museu Nacional, algunos socios del museo todavía conservan los diplomas que obtuvieron sus ascendientes por haber contribuido a la adquisición de La Vicaría. En la campaña de La Plegaria, la compensación que ofrece la fundación es el carné de amigo del museo y algunos privilegios según el importe, además del habitual diploma de agradecimiento. Y hay premio para los que donen un poquito más: a partir de 150 euros obtienen una visita guiada a las reservas del museo.

La campaña está abierta en internet y se puede colaborar con cantidades entre 10 y 1.000 euros. La fundación no da cifras todavía, pero su directora se muestra optimista: tienen tres meses por delante, la fuerza de internet y una hucha a la entrada del MNAC.

Exposición de Fortuny

La plegaria puede verse en la exposición La batalla de Tetuán de Fortuny, la gran muestra que albergará el MNAC hasta el 15 de septiembre. El museo explora la “dimensión artística, documental y también sentimental de una obra que Mariano Fortuny dejó inacabada”, las pinturas que el artista llevó a cabo durante su estancia en Marruecos como “enviado especial” por la Diputación de Barcelona para retratar las hazañas de los soldados catalanes.

La pintura que la fundación trata de adquirir no fue llevada a cabo en ese contexto, pero le han buscado el hueco en la exposición para que no desentone. La Plegaria está enmarcada en el período de actividad de Fortuny en Granada. Al final del recorrido de la muestra se encuentran trabajos del artista que habían pertenecido a Salvador Dalí –intercambiadas en Nueva York con otros coleccionistas a cambio de obras suyas-, y una de ellas, El tribunal de la Alhambra, que pertenece también al género del orientalismo, coincide en el tiempo con el dibujo de La Plegaria (1871-1872).

La importancia de este dibujo radica en el misterio que giraba en torno a ella. El jefe del Gabinete de Dibujos y Grabados y comisario de la exposición, Francesc Quílez, asegura que habían perdido todo tipo de pista de esta obra “emblemática”. Destaca también “su gran tamaño”: 67,7 x 44,5 cm. Si recuperan la inversión, el lienzo reforzará la presencia del artista en el MNAC, el gran referente de la obra de Fortuny.

En la entrada de la exposición encontramos el codiciado cuadro en un formato muy diferente. Una especie de Plegaria-urna-hucha recibe al visitante con una explicación del proyecto animando a que contribuyan con la causa. Una forma simpática de visualizar la situación precaria que viven las pinacotecas en estos tiempos. Francesc Quílez habla con prudencia a la hora de reclamar mayor atención por parte de las instituciones: “Puede sonar a frívolo hoy día hablar de adquisiciones de obras de arte, según están las cosas, pero nuestra óptica habría que buscar incentivos fiscales, algún tipo de donaciones depósitos o intercambios de obras entre los diversos museos”.

Son ejemplos de lo que podría facilitar la esperada Ley de Mecenazgo que Cultura prometió y que parece no llegar nunca. En el museo, tanto Quílez como los miembros de la fundación desconocen los términos que recogerá la nueva norma, pero entienden que todas esas opciones son esenciales, así como las iniciativas de micromecenazgo. En otros museos la financiación colectiva es una práctica establecida y más conocida entre la población. La última campaña del Louvre, por ejemplo, acaba de lograr que dos estatuillas mediavales descubiertas recientemente tomen lugar en el museo por el módico precio de 800.000 euros.

“Vamos con retraso en este tipo de iniciativas”, asegura Quílez. Considera que el arte español ha vivido acostumbrado a la tutela de las instituciones, por lo que ahora deben afrontar “un gran reto” y echarle imaginación para encontrar “nuevas fórmulas”. “Ayuda mucho la existencia de una asociación de amigos”, más aún en estos tiempos difíciles “tienen un papel muy importante”, apunta Quílez. En concreto, cree que los Amigos del MNAC son “ejemplares”. Cristina Martí destacaba además la gran fidelidad de los miembros de la fundación. Son el núcleo duro de la ayuda que necesita el museo y su labor de “relaciones públicas”, como dice el comisario, es esencial. En nuestra sociedad “sí se aprecia el arte”, solo falta una concienciación colectiva, propone Martí, de que su conservación es tarea de todos. Una forma de medirlo será pasarse por el museo y ver como va llenándose la urna, hasta que deje de verse La Plegaria que hay detrás.

Fuente:  http://www.elconfidencial.com